PRESUMO DE TRIPA

De cómo el orgullo de madre comienza con una tripa incipiente...

Voy a hablaros de ese extraño fenómeno en el que todas caemos cuando estamos embarazadas. Nooooo, no son los antojos, que también nos darán mucho que leer y que reír… Sí, chicas, no os hagáis las ñoñas, que sé que os ha pasado u os está pasando en estos momentos.  QUIERO QUE SE NOTE MI EMBARAZO

Atrás quedan esos días en los que no pruebo bocado a media tarde porque voy a salir, y seguro que con mis nuevos vaqueros de cadera se me va a notar ese abultamiento que hará que mi top no luzca como quiero. Hemos pasado de ocultar los gramos a disfrutar de los kilos, y lo sabes.  

PRIMER TRIMESTRE

Primer trimestre. Confirmo que voy a ser mamá, definitivamente estoy embarazada, y automáticamente mis músculos abdominales se relajan, como por ciencia infusa. Dos motivos básicos:

1. Dejo de meter tripa a todas horas, ya no fuerzo ninguna de mis prendas, y veo cómo pasan las semanas con esos minicambios de milímetros. Y… 

2. Realmente pierdo la cintura, como dicen las abuelas, y mi cuerpo se prepara para lo que está por llegar. Empiezo a pensar en la ropita premamá como si toda la vida hubiera querido ponerme algo así…

A todo el mundo no, pero a tu mejor amiga la tienes rayada con eso de: ¿has visto cómo me ha crecido la tripa ya? La pobre no percibe nada, como es normal, pero te dice con una sonrisa que síiii, que estás preciosa. Tu pareja también te dice que sí, claro, está empezando a descubrir lo que significa eso de “hormonas alteradas”, y no quiere llevarte la contraria por nada del mundo…(aunque a estas alturas ya deberías saber que no tiene ni idea de cómo va tu cintura porque toooodas sus neuronas están concentradas en otra parte…tu pecho).  

TU CHICO DISFRUTANDO EL MOMENTO

No disimules, porque estoy segura de que hace tiempo que te has dado cuenta de que le cuesta mirarte a los ojos. De hecho, cuando la semana pasada te chocaste con la puerta y te hiciste un moratón, no se dio cuenta hasta tres días más tarde. Sabes que está encantado. Te dice eso de “Buaaa…qué pasada, qué guapa te estás poniendo”, pero sólo piensa…Yupiiiiiiii…..redonditas, tersas, grandes…” Lo siento, chicas, es una realidad. Y esto es sólo el principio. Ya está imaginando hasta dónde pueden llegar…el paraíso… 

SEGUNDO TRIMESTRE

En el segundo trimestre sí. Ahí es evidente que no te has comido tres dulces navideños, sino que estás en estado de buena esperanza.

Ya se te han pasado las náuseas y todas las molestias típicas, por lo que tu chico sigue disfrutando de tus tetas y tú muestras esa tripa incipiente con todo el orgullo del mundo. Lo llaman la luna de miel del embarazo, y por algo debe ser. Estás bien de humor, físicamente plena, tus hormonas están dispuestas para el sexo, jamás has tenido unos orgasmos tan intensos (salvo con aquel chico de verano del que ya no recuerdas el nombre) y te sientes preciosa, una auténtica diosa de la fertilidad.

Ahí te das cuenta de que estar embarazada es en realidad “tu estado natural”, que podrías estar así para siempre. Si eres de las atrevidas, incluso se lo dices a tu pareja, que en esos momentos de plenitud y éxtasis está totalmente de acuerdo contigo, y no entiende cómo no os habéis animado a esto del embarazo mucho antes… 

TERCER TRIMESTRE

Y llega el tercer trimestre… “¿¡¡Cómo es posible, si se me ha pasado volando!!?” Sigue ahí esa barriguita, pero pasan las semanas y aunque la sigues viendo como un milagrito, empieza a molestarte para atarte los cordones de las zapatillas. No llegas para cortarte las uñas de los pies a no ser que hagas esa postura tan complicada con la pierna para atrás, que además hace que te dé un tirón en los isquiotibiales. Y mejor no hablar de que, este fin de semana, tu chico te ha dicho que tus ingles parecen la selva tropical. Pero, ¿cómo ibas a saberlo?…si hace ya rato que no te las ves ni en el espejo… 

Vamos, que cuando faltan dos semanas para que llegue el día D, no sabes si estás emocionada por la llegada inminente de tu garbanzo, por la esperanza de recuperarte a ti misma como ser individual o para ser capaz de poner un pie delante del otro sin parecer el huracán Wilma. Por supuesto, te das cuenta de eso de que tu estado natural es estar embarazada no es exactamente así, que probablemente te encontrabas en ese momento con la mente atacada por una especie de parásito come mentes, y si te coge en el día tonto, puede aparecer esa llorera de “pero en qué estaba pensando cuando decidí quedarme embarazada…si encima ahora tengo que parir…” 

En fin, no pasa nada, estamos a un paso de llegar a la meta. Falta poco para ver la cara de ese bicho que nos pondrán en la tripa, viscoso y a 37 grados, que te enamorará para siempre, y que se pasará la primera hora de su vida mirándote como si nunca te hubiera visto…jejeje… 

Ánimo, chicas, abrid vuestras alas, que ya falta menos… 

Entre mis alas
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